martes, 4 de septiembre de 2012

Castrejón Alto (Toledo)

Sólo nueve kilómetros de camino y de sugerentes baches separan la carretera comarcal de Castrejón Alto, un remanso manchego de paz de 900 hectáreas que Rosa y su familia han querido compartir con nosotros en tantas ocasiones. No conozco un silencio como el de allí. Ni unas vistas tan sosegadas y apaciguadoras. Quizás por eso nunca nos vamos sin estar ya deseando repetir. Y volver a probar sus tomates, su ya mítico cocido, volver a disfrutar de sus tertulias vespertinas en esas primeras noches fresquitas de septiembre en las se hace imprescindible una chaqueta, y de su piscina y de su willy y de tantas otras cosas. Aunque sin ninguna duda lo mejor son esas reuniones con amigos sin prisas y sin relojes que uno desearía que nunca terminaran. ¿Cuándo volvemos?



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